En el libro me he encontrado con historias geniales y una de ellas no podía dejar de compartirla con vosotros. Es la historia de Mick Pearce.
Mick Pearce, un arquitecto interesado por la ecología aceptó un reto estimulante de Old Mutual, un conglomerado de seguros e inmobiliarias: construir un edificio de oficinas atractivo y funcional que no utilizara aire acondicionado. Y hacerlo en Harare, la capital de Zimbabwe.
A primera vista resultaba ridículo, al fin y al cabo puede llegar a hacer mucho calor en Harare. Sin embargo Pearce, nacido en Zimbabwe, que fué a la escuela en Sudáfrica y se formó como arquitecto en Londres estaba listo para el reto y logró superarlo basando sus diseños de arquitectura en la manera que tienen las termitas de enfriar sus montículos con forma de torre de barro.
Las termitas tienen que mantener la temperatura interna de los montículos en los que habitan a 30ºC constantes para lograr que crezca un hongo esencial para su supervivencia. No resulta facil porque las temperaturas de las llanuras africanas pueden ir de más de 37ºC durante el día a 40 bajo cero por la noche . Aún así, los insectos lo consiguen dirigiendo las brisas de forma ingeniosa desde la base del montículo a las cámaras con barro frio y húmedo y volviendo a redirigir ese aire enfriado a la cima. Al practicar constantemente nuevas aberturas y cerrando las viejas, pueden regular la temperatura con mucha precisión.
El complejo de oficinas, llamado Eastgate, se abrió en 1996 y es el complejo comercial más grande de Zimbabwe. Mantiene una temperatura estable entre 22ºC y 25ºC y utiliza menos del 10% de la energía que consumen otros edificios de su tamaño.
Trabaja mediante un sistema que se denomina refrigeración pasiva y que se lleva a cabo en 4 fases. Cuando comienza el día el edificio está fresco. A lo largo del día las máquinas( ordenadores, iluminación... ) y el tránsito de la gente unido al fuerte calor que hay en el exterior hacen que el edificio se caliente, pero es ahí donde entran en juego los materiales constructivos que gracias a su alta capacidad térmica son capaces de absorber el calor por lo que la temperatura interior no aumenta demasiado. Durante la noche y gracias a unas chimeneas el aire caliente al ser menos denso que el frío escapa al exterior permitiendo que los materiales constructivos se deshagan del calor para comenzar el día siguiente lo suficientemente fríos como para volver a acumular el calor.
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