Se llama
Jeremy Mayer y aunque no ha recibido formación artística especializada , es todo un ejemplo de autoaprendizaje y experimentación. Aunque también de mucha paciencia y duro trabajo. Sus esculturas más grandes le pueden llegar a suponer 1200 horas de trabajo.
El proceso de creación comienza nada más y nada menos que desmontando alrededor de 20 máquinas de escribir para posteriormente hacerse un mapa mental sin ningún tipo de idea previa sobre cual va a ser el destino o función de cada una de las piezas.
A continuación las va agrupando y juntando sin utilizar todavía ningún tipo de adhesivo hasta que finalmente surge la idea y obtiene resultados tan fabulosos como los que podéis ver en las imágenes.
Vía:
Obvius
Esto me recuerda a la película El Almuerzo Desnudo, donde un escritor aficionado a las drogas sufre alucinaciones y ve como su máquina de escribir se transforma en un escarabajo y le habla. Que rayada de peli!
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